jueves, junio 15, 2006

Un camino virtual


Por fin se asomó en mi pantalla un camino para llegar virtualmente a ese pueblo enclavado en medio de la meseta patagónica y en el punto preciso donde el viento lo acaricia o lo castiga, según sea su talante, y que ya estaba yo creyendo se lo había llevado el mismo, quizás a que confines.
Daniel, profesor de la EGB3 a quien había contactado hace muy poco por correo electrónico, en forma muy escueta (parece que el es así: escueto) me avisó de la puesta en marcha de un camino virtual: http://www.lasheras-patagonia.com.ar/ , construido por Michello Antolini, joven profesional llegada del verde y fecundo norte, posiblemente con una bandada de avutardas migratorias, se prendó del inhóspito paisaje y se quedó en estos pagos; colega en esto de proyectar y realizar vías de comunicación en la enmarañada red de Internet (me estoy arrogando títulos que no tengo, soy solo aficionado en esto de la computación, la cibernética y las redes).
Todo esto, probablemente, de acuerdo a los deseos de un Intendente visionario que quiere recuperar el camino perdido en esto de la Web. (Arrogancia aparte, pero en la red se encuentran sitios y páginas de ciudades, pueblos y lugares de menos relevancia).
De inmediato me puse mi traje de internauta, llene mi cantimplora de vino tinto, puse en mis ojos los anteojos especiales que ven pasado, recuerdos... y presente con sus bondades y problemas... y puse rumbo sur por la carretera de Internet Explorer, montado en el corcel de Google y por la ruta de acceso http://www.lasheras-patagonia.com.ar/, construida por Michello.
Rápidamente y sin demora llegué al destino, tanto tiempo añorado. Los senderos de mis pasos primeros, las aulas y el cariño con Julia del Carmen Gomez; los deportes, agradecimiento y el cariño con Eduardo Bernal; el agradecimiento y el compromiso con familias abiertas y sinceras como los Leuquén, los Burgos, los Muñoz, los Iparraguirre, los Franco, los... tantos y tantos, y sin olvidar la fraternidad, compañerismo y complicidad de los amigos y compañeros, en este momento prefiero no nombrarlos para no omitir a ninguno.También llegué a la calle Perito Moreno, es otra. Llegué a la plaza, es la misma pero distinta (se ve la torre de una Iglesia). Al museo, es igual al antiguo correo (es el mismo) donde nos llegaba a mi, a mi hermano y a todos los niños pobres el regalo de Evita por Reyes Magos. A una vista panorámica del pueblo con tres cerros al fondo, el pueblo es otro, mucho mas grande, los tres cerros siguen siendo tres y del mismo tamaño...
Mis padres Delfina y Vicente, modestos inmigrantes llegados de la vertiente del Pacífico de la cordillera de Los Andes, de Chile, consumieron su vida en estas latitudes y legaron sus huesos a la Patagonia. Yo quisiera legar mis palabras escritas en papel o simplemente en la Red.

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