sábado, noviembre 04, 2006

Volar


Para caminar o correr por los caminos construidos por la ambición del hombre y sus ansias de figurar, aquellos que nacemos faltos de las cualidades o herramientas para movernos en ese mundo no nos queda otra alternativa que aprender a volar, no para competir con los que corren, sino que para escapar un poco de aquella vorágine impersonal, alienante y destructora.
De muy pequeño aprendí a volar, no se cuanto pero me costó hacerlo, cuantas veces caí apenas remontaba en el aire, pero a fuerza de ignorar otros deseos y apremiado por circunstancias por largas horas lograba elevarme y mirar mi comarca desde arriba y a vislumbrar lejanas fronteras que se dibujaban en el horizonte. Mientras otros niños corrían en monopatín o discutían sobre atributos y pertenencias yo me elevaba para verlos competir o alegar por un primer lugar. Ellos no se daban cuenta que yo los observaba desde arriba y pensaban que me quedaba en la línea de partida con las ganas de competir, no notaban que yo volando había llegado a la meta mucho antes que ellos.
Cuantas veces en vuelo silencioso acompañe a la niña mas linda del pueblo que se desplazaba en su brillante bicicleta, sin que ella se diera cuenta de mi aérea y protectora compañía.
Otras tantas competía en piruetas con mi propia cometa que yo mismo elevaba y dejaba anclada al alguna pesada piedra allá abajo en medio de la ventisca, mientras arriba nos trenzábamos en competencias de destrezas las aves, la cometa y yo.
Fueron muchas la veces las que me animé y aventuré llegar mas allá del horizonte que posado en tierra se veía y bastante más allá del horizonte que veían mis pequeños camaradas.
Con el paso del tiempo, los compromisos del entorno, las realidades de la vida, la presencia de la imagen, el temor al ridículo, y otras circunstancias que no permiten volar en vuelo libre sin arriesgar que a uno lo condenen por ir contra el orden establecido, las alas se fueron atrofiando hasta que llegado un momento solo eran un muñón de recuerdos.
Pero cuando los años pasan, los compromisos de diluyen, las realidades de hoy son distintas a las de ayer, ya se perdió el temor al ridículo e incluso uno a lo largo de su vida se ha ganado el derecho de volar, los muñones comienzan nuevamente a trasformarse en alados pliegues que primero con dificultad y luego con entusiasmo desbordado nos elevan nuevamente a las alturas y desde allí comprobamos que podemos ir batiendo nuestras alas a todos los rincones del mundo y a todos los rincones de nuestra vida y revivir y traer al presente las visiones de todos aquellos vuelos que por años mantuvimos escondidos.

1 comentario:

Verena Sánchez Doering dijo...

a todos nos cuesta aprender a volar, una vez que lo logramos no paramos mas
queremos siempre el vuelo perfecto y cuando caemos nos duele y nos cuesta volver a re tomar el vuelo
volaremos siempre, viajes cortos y viajos largos, nos instalaremos en algun lugar de paso, pero las ansias de volar siempre estaran
hermoso, me encanto como lo sabes hacer
te dejo muchos cariños y mi abrazo
mil besitos


besos y sueños